El fotógrafo se encarga de que las posiciones y perspectivas siempre sean las mismas, para equilibrar las composiciones en catálogos y folletos de impresión, o para el diseño de tiendas online.
El retocador de fotos se ocupa de que la presentación de los productos sea uniforme, igualando o diferenciando los colores y formas de cada imagen según sea necesario.